Las elecciones del 7 de septiembre de 2025 en Tigre dejaron un escenario marcado por la polarización y por el impacto de una campaña nacionalizada que poco tuvo que ver con la realidad local en Tigre. En ese marco, el resultado adverso para Julio Zamora no puede leerse como una derrota de su gestión ni mucho menos como un rechazo a su figura.
Por el contrario, la imagen favorable que Julio Zamora tiene en el vecino de Tigre se debe a logros palpables en materia de salud, educación, infraestructura y desarrollo comunitario. Ese reconocimiento que le atribuyen los tigrenses no se borró en esta elección: lo que primó fue el voto bronca contra el oficialismo nacional, una ola que atravesó al conurbano y que en Tigre se expresó en clave de rechazo a Javier Milei.
En este contexto, es importante destacar dos puntos:
-
No es un triunfo del massismo. El candidato Sebastian Rovira no fue identificado por los vecinos con el massismo ni con el “malenismo” local. Por lo tanto, los resultados no pueden interpretarse como un respaldo directo a ese espacio, sino más bien como un efecto colateral de la coyuntura nacional.
-
La importancia del voto local. Cuando se trata de elegir cargos ejecutivos, como la intendencia, los vecinos de Tigre han demostrado inclinarse con contundencia por la figura de Julio Zamora. Es en ese terreno donde su liderazgo se vuelve indiscutido y donde su compromiso con el distrito adquiere verdadero peso.
La elección del 7 de septiembre no fue un plebiscito sobre Tigre, sino parte de una dinámica nacionalizada en la que primó el enojo, la bronca y el rechazo a la política nacional. En ese escenario, Zamora se mantiene como referente insoslayable, con un capital político que trasciende el resultado coyuntural de una elección atravesada por factores externos.
































